Alberto Rodrígez se estrenó en
el largo con la ya lejana El factor pilgrim, una película
baratísima y muy original. Después, con El traje, debo decir
que se dejó llevar un poco por la corriente, con una convencional
historia de crítica social. Lo cierto es que le perdí la pista con
sus dos siguientes películas, que de entrada no me interesaban
demasiado. Ahora sin embargo, parece haberse ganado el favor de toda
la crítica con una potente película de género.
Al igual que Urbizu, la clave aquí
será absorver el género de thriller americano sin sus maneras,
inentendibles en una película ambientada en nuestro país, con
policía de aquí y criminales autóctonos. Parece que el director lo
ha conseguido con creces, consiguiendo una mirada realista a la par
que interesante.
Mario Casas al frente del
reparto, un actor a mi entender infravalorado por su imagen de ídolo
de las nenas. Más intérpretes interesantes como Antonio de la
Torre o el muy en alza Julián Villagrán.
Quizá nos deje con esa sensación
ambigua de haber visto una película bien hecha por encima de las
capacidades habituales del cine español en cuanto a género, al
tiempo que pensemos que esto ya lo vienen haciendo los americanos
hace décadas. Puede faltarle chispa. En todo caso, un cine a apoyar,
que promueve interesantes movimientos de cambio. Y oye, que dicen que
está muy bien.