He de confesar que la primera parte de esta película me parece la mejor película de terror de la década. Aquellos puristas del género me dirán que la película distaba años luz de la original japonesa, por ejemplo, y, seguro que tendrán razón. Pero la gran virtud de ese "remake" era el de basarse y jugar con la mejor tradición del horror y construir una película en la que no había momentos en los que te entrara la risa.
La película fue un éxito mundial y le llega la hora a la correspondiente e innecesaria secuela. Todo sigue igual en lo que a plantel estelar se refiere, pero los productores han decidido apostar por la dirección de Hideo Nakata, realizador de la original japonesa y de su secuela. La apuesta es interesante, pero, a mi juicio, insuficiente. Ya que se prevé durate todo el metraje una lucha de estilos: el director contra la productora. No creo que el primero goce de la libertad creativa necesaria, lo que dará lugar a una película desequilibrada en el tono. Lo que se unirá al previsible cacao de un guión que no estará coronado por la idea necesaria de originalidad que provoca el planteamiento de una secuela.
Por lo demás veremos a una aterrorizada Naoi Watts transmitiéndonos una sensación de huida en su lucha por salvar a ese niño que tanto se parece al de "El sexto sentido".
Ya se sabe que segundas partes nunca fueron buenas.