Lejos de correr el riesgo de perder su
impronta, Wes Anderson nos ofrece con Fantástico Sr. Fox su película más característica. De animación o no, lo cierto es
que podemos reconocer claramente el estilo del director en cada
composición del plano, en cada traveling lateral, en cada línea de
diálogo abrupta ("estoy embarazada"), en la banda sonora y desde
luego, en el desarrollo del guión.
En cuanto a lo nuevo, la técnica de
animación, con gran acierto el director rehuye mecanismos
demasiado automatizados digitalmente para ofrecer un resultado a mano
alzada pero de una precisión y espectacularidad asombrosa. Además
consigue unos escenarios exquisitos con una luz simplemente
deliciosa. Algunos planos derrochan magia.
Los personajes son muy reconocibles
dentro del universo Anderson (sin olvidarnos del toque de Noah
Baumbach). El protagonista, orgulloso y con un ego inmenso,
involuntariamente cruel con su propio hijo, quien a su vez es un
personaje extraño, rencoroso, ambicioso... La relación entre todos
estos personajes nos regalan los mejores momentos típicos del
cineasta. Además, la ambigüedad animal - humano ofrece situaciones contradictorias tan divertidas como reflexivas.
Un ritmo imparable, de contenido
ligero, la pura aventura que no tiene ni un momento muerto. Aderezado
con una gran selección musical, como suele ser habitual y un
estupendo trabajo del compositor Alexandre Desplat.
Wes Anderson ha demostrado que su
imaginación es capaz de enfrentarse a todo tipo de material, que no
es necesario perder la personalidad a la hora de abordar la animación
y sobre todo, que es uno de los directores con estilo propio más marcado y
reconocible. Un verdadero sello personal.