Esta película era más apropiada para la semana de terror de San Sebastián que para el Zinemaldi. Tiene sus momentos de gore ligero (o no tan ligero para quien no gustamos de ver destrozos de uñas), tiene fantasmas, es oriental… pero por alguna razón ha terminado aquí, en la sección oficial, y no es que sea una mala película, pero es que tampoco tiene demasiado que ofrecer.
Ante todo voy a confesar una limitación personal: un montón de personajes femeninos de más o menos la misma edad con atuendos y peinados similares y, claro, orientales. Me ha resultado en algunos momentos difícil de seguir por lo complicado de distinguir a todas esas chicas. Pero esto es, como digo, una limitación personal mía que puede servir como atenuante a los puntos negativos que pueda repartir.
Lo que no tiene mucho que ver con eso es la dirección. Ya que se van a tocar temas sobrenaturales y terroríficos, uno espera una realización más llamativa, más atrevida. Y no es que no sea efectiva en muchos momentos, tiene sus escenas de esas manos pálidas emergiendo de la nada, y ese manto oscuro que elimina la realidad, que dan miedo pero no llega a sorprender.
Todos esos momentos definitivamente están tomados prestados del terror japonés actual que no diré que está muerto como opina mi compañero Beiger, pero sí diré que ya cansa un poquito. Además, aparecen tarde y poco, casi como un añadido innecesario para una trama con investigación.
En todo caso, no aburre. Es vistosa, aunque su ambientación deja un poco que desear en cuanto a realismo, los personajes más que vestidos van disfrazados, eso sí, me la esperaba más precaria. La trama está bien llevada y bien dosificada. Un film para ver tranquilamente, entretenerse y olvidar. Hubiera estado mejor en la semana de terror, con el griterío del público.