Se trata de un film que viaja a caballo, a trote regular pero con paso firme. Sin demasiados estertores de emoción, lineal y compasiva con un espectador que no quiere esperar cosas que han de suceder pero no terminan de suceder. ¿Ha mejorado el género?, pues se puede decir que no, pero lo ha aligerado de esperas y así lo ha acercado a un mundo más gentil para aquellos a los que les cuesta disfrutar sin avances de trama.
Directa, lo demuestra en la escena de cama, con una manilla incesante que espía en una escena lo que a otros les hubiera costado cientos, alegre, en conversaciones fluídas aunque no carentes de silencios que hablan en cierta manera veraz del momento y la época sin los remilgos de algunos guiones que tratan de exagerar este aspecto, nueva, por la forma de demostrar que los personajes no han de ser amados como Dioses, son seres humanos nerviosos y débiles en ocasiones que no por estar vestidos de época son capaces de soportar la fuerza de los mares.
En definitiva un producto no demasiado mayúsculo, pero efervescente en mi retina, curiosamente sano y nada empalagoso, con una pareja que en ese tono y de esa forma no me ha decepcionado pese a las sospechas que sostenía en mi precrítica. Una talentosa manera de hacer buen cine y punto.