Llega a nuestras carteleras una de las películas más
esperadas y deseadas, por mi parte del año. Se trata de Shame, la segunda película
de Steve McQueen (no confundir con el egregio actor ya fallecido sino con el
director de Hunger, otra de esas películas potentes de un director primerizo).
La película tratará, espero que de manera seria, las
relaciones sexuales desde un punto de vista muy masculino en nuestros días. Una
aproximación quizá en una línea parecida a la que realizó Olivier Assayas en
Demonlover. Lo que más me preocuparía de esta cinta es que se quede y se pierda
en los recovecos del morbo gratuito. Cuestión esta que creo no sucederá y de ahí
que lleve mi aplauso precrítico.
Dos actores muy interesantes al frente del proyecto. Por un
lado al que quizá sea el actor más sólido del momento: Michael Fassbender. Su
figura ha emergido con una fuerza muy poderosa con trabajos como Un método
peligroso, X-Men Primera Generación o Malditos bastardos y que tiene en cartera
un título como Prometheus. Parecía un hecho que recibiría una nominación al Óscar
por su interpretación (ya contó con la nominación al Globo de Oro) pero parece
que la mojigata industria se la ha negado quizá por no dar demasiado pábulo a
una película con un contenido quizá un tanto molesto o con el que es mejor
recurrir a la práctica del edredoning.
En frente, Carey Mulligan, una actriz muy interesante por lo
que respecta a sus elecciones y que se hizo famosa por su actuación en An
education, una película bastante blanda en mi opinión, y que tiene una
presencia enigmática tanto en Nunca me abandones como, sobre todo, en Drive. Una
elección de casting a primeras luces acertada.
Mención especial merece la presencia de Abi Morgan como
figura de coguionista, junto al propio director. Una autora que proviene del
mundo del teatro y donde ya irrumpió con fuerza en escena con su pieza Tender,
nominada a los premios Laurence Olivier y que en cine ha presentado, este mismo
año, y con la que comparte cartel: La dama de hierro. Al igual que Peter Morgan se hizo conocido por La reina, la cantera de guionistas british siempre suele
ser un valor seguro.
Con todo, una película que espero me incomode con la
profundidad de su reflexión y el vacío de las motivaciones de los personajes. Cine
para pasarlo mal.