Mis expectativas con el film de Egoyan eran máximas, y he de adelantar que no se han visto cumplidas.
Lo que más me fascina del cine de Egoyan, al menos de sus primeros films Exótica y El dulce porvenir, es su capacidad para crear atmósferas, lejos de un mejor o peor uso de la fotografía. Y precisamente es la atmósfera lo que me falla de esta película.
Por empezar con lo malo haré referencia al tufillo a telefilm que rezuma la película. En su argumento y en su trama, absolutamente previsible, en que si Chloe hubiese estado interpretada por Rebeca De Mornay estaríamos hablando de uno de esos thrillers de finales de los ochenta, en esos decorados imposibles, en esa música con tan poca personalidad y en ese momento de Chloe frente a la cámara, desairada, poniendo cara de me voy a vengar; y, sobre todo, en ese final cayendo por la ventana.
La dirección de Egoyan es ciertamente plana, permitiendo una escena como la inicial, en la que Chloe se retrata como una mala malísima y de la que no hay que fiarse porque es una manipuladora. Vulgar. O en tener que meter al personaje de Julianne Moore en una casa imposible, de museo, en la que se refleja su soledad, incluso con una escena en la que intenta hablar con su marido y con su hijo y no le hacen caso. También vulgar.
Pero, además de todo esto, la película tiene unas bondades incuestionables en la psicología del personaje de Julianne Moore y en tratar de una manera acertada el mundo de los celos y la psicología del personaje de Liam Neeson. Una mujer, según envejece o madura, se mira ante el espejo y piensa en lo que fue y en cómo seguir gustando a su marido. Pero un hombre cuando envejece, también se mira en el espejo, sólo que no siempre piensa en cómo podré seguir gustando a mi mujer, sino en si sigo gustando a las mujeres. Dicha diferencia de pensamiento, tomada en abstracto, es lo que desencadena toda una relación muy interesante sobre los celos, y es lo que está magníficamente bien interpretado en la película.
Un film, en resumidas cuentas, que denota la falta de punch de un director que no se encuentra.