Lo cierto es que no transporto buenas noticias sobre una película como esta en unos tiempos como estos. La verdadera naturaleza de las historias de Julio Verne radican en la aventura y la maravilla de una ciencia oculta tras lo apasionante de lo desconocido, pero siempre posible. Este film se demarcará demasiado de estos ideales, se glorificará con unas cuantas escenas que sigan el patrón y la historia, para volverse loca con moralidades y acción desmedida, dentro de lo que cabe en una mente infantil, manipulando el sentido de la novela.
Si todo esto no fuera suficiente, tendríamos que añadir cierto reproche en sus efectos digitales y de montaje, que dejan al descubierto que está mal pulida y acabada en una construcción continuada de momentos cuya base son los cromas. Cuando los cromas se notan demasiado, puede que el espectador medio se hastíe. Dejando claro entonces que la única opción es no ser adulto y conseguir verla en una sala 3D, que haberlas hailas, para que sea medio digna, no puedo dejar más claro el asunto.
Su director únicamente se ha puesto al frente de Xena, la princesa guerrera, teniendo como núcleo de su carrera un trabajo extenso en el apartado de efectos visuales, en films como Pearl Harvour, Abyss, Señales, Men in black o La isla. Como actor de reclamo tenemos al enorme y dicharachero Brendan Fraser (en la reciente La momia 3: la tumba del emperador dragón y la próxima G.I.Joe), junto a los chavales Josh Hutcherson (Un puente hacia Terabithia o Superdog) o Anita Briem, la poco conocida islandesa (que no es tan jovencita pero actuará como tal en el film).