David Cronenberg es uno de esos directores que no necesita presentación entre los más cinéfilos, pero que su nombre quizá resulte alejado de los conocimientos de los que no toman el Cine como religión ni dogma de fe.
Su cine está claro que ha experimentado una evolución desde cintas rompedoras como El almuerzo desnudo o Videodrome hasta obras más psicológicas como Crash, Inseparables o Spider; y terminar con una nueva etapa quizá más interesante y necesaria para mí, quizá iniciada con su anterior Una historia de violencia, una película que estaba muy cerca del sobresaliente.
Me gusta que el cuchillo de Cronenberg haga más daño por su precisión. Para mí ha pasado de hacer cine cortante con una botella rota a hacerlo con un bisturí afilado.
Repite con Viggo Mortensen (Alatriste), un actor más que interesante, y con la no siempre tan centrada Naomi Watts, a la que hace poco disfruté en El velo pintado.
Necesito una película profunda, inteligente, bien pensada y oscura, muy oscura.
Y creo que esta película va a cumplir mis expectativas y las va a elevar.