Crítica de la película Seabiscuit por Romulo

Simpática repetición


2/5
14/02/2004

Crítica de Seabiscuit
por Romulo



Carátula de la película Hemos visto miles de veces esta historia: Un jovencito mediocre y sin futuro -según casi todos-, un caballo mediocre y sin futuro -según casi todos- y, muy apropiadamente, un tipo que cree en ellos hasta la muerte. Cambien al jockey y el potrillo por un boxeador de boca torcida, un jugador de beisbol rubiales y guapín..., lo que quieran: boxeo, beisbol, baloncesto, golf... y será exactamente lo mismo; ni siquiera tiene por qué ser un deporte. Todo acaba girando sobre esa misma idea que tanto gusta por allí y sobre la que tanto se ironiza por aquí: el sueño americano.

Por supuesto, una película con este espíritu les viene a los americanos que ni pintada, con los tiempos que corren. ´Seabiscuit´ era carne de Óscar; o mejor dicho, carne de nominación; una nominación que ya es mucho obsequio; una nominación que viene a ser un decir: ´¡Oh, que historia tan maravillosa, véanla, véanla ya!´. Demasiado premio para sus méritos reales.

Ahora bien, si la ven, podrán disfrutar con las mejores carreras de caballos jamás filmadas en cine. Todo el mundo destaca cómo el director ha sabido dotar a estas carreras de una espectacularidad, un ritmo y un interés como no se había visto en otra película. Desde ciertas tribunas llegan voces que comparan la importancia de ese trabajo técnico en las escenas de carreras, con lo que en su momento supusieron los combates magistralmente filmados y coreografiados por Scorsese en ´Toro Salvaje´. Es mucho decir... Y, desde luego, qué dolor para mi oído el escuchar comparaciones entre esta simpática menudez y esa obra maestra absoluta, completa, perfecta, esa cima del séptimo arte que es ´Raging Bull´.



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