Armonizar comedia, drama y romanticismo dentro de un mismo film no es tarea fácil. Y ojo que digo armonizar, que no mezclar torpemente. En el caso que nos ocupa, no sé si se conseguirá que los sentimientos fluyan con normalidad de un extremo a otro del estado de ánimo de los personajes sin que parezca que se hace solo por necesidad del guión. Pero si lo logran, por lo menos el visionado será placentero, lo justo para pasar el rato entretenido, porque a decir verdad, poco más puede prometer este film.
Está dirigida por Mark Pellington, del que podemos destacar como realizador el inquietante thriller Arlington Road o la malograda Mothman: la última profecía. Como protagonistas, encontramos a Luke Wilson (Habitación sin salida, Patinazo a la gloria) con su eterno aire de despistado y a Radha Mitchell (Silent Hill, Melinda y Melinda).
Lo más que se le puede pedir es que sea tierna y divertida, sin diálogos empalagosos y sin emitir juicios de valor, que deje volar libremente a sus personajes y a la vez deje al espectador acompañarlos cómodamente en su viaje. Que nadie espere nada más allá.