Cuando voy a ver una película de Isabel Coixet espero algo más que una buena película. Espero algo más que un guión sólido, unos personajes bien construidos y unos actores tremendos. Espero algo más que una fotografía sugerente y una banda sonora eficaz.
Lo que espero es la brillantez, la exquisitez, la audacia y la enorme inteligencia a la que nos tiene acostumbrados la directora. No lo encuentro en esta película demasiado convencional que apenas alcanza su talento personal hasta un final en el que se nota su mano característica retorciendo a su gusto una historia que era demasiado fría, demasiado ajena, demasiado común. ¿Cuántas veces hemos visto la trama del maduro cultureta que se vuelve posesivo y la joven exuberante aprendiz? Demasiadas. Quizá de la novela podría haberse extraído algo más "Coixet" pero no del guión de Nicholas Meyer, excesivamente correcto. En definitiva, siento la decepción de encontrarme con una película que es sólo buena. "Sólo buena", es injusto hablar en estos términos, lo sé.
Es injusto porque la película es decididamente una buena película. Elegante ante todo, con una factura impecable y con un Ben Kingsley que se come la cámara. Es una pena que este actor acostumbre a malgastar su talento en porquerías varias, porque cuando, como en este caso, quiere demostrar lo bueno que es, se sale. Sutil, poderoso, exacto, intenso, emotivo. Penélope Cruz pierde claramente en la comparación, claro está, pero no hay necesidad de comprar. Ella funciona de maravilla, como sabe hacerlo cuando trabaja en los buenos proyectos. Los secundarios son, como se suele decir, de lujo, con Dennis Hopper a la cabeza, con un final de exhibición.
La película tiene momentos memorables y en general se sigue con interés. Los personajes son ricos y completos, aunque en algunos casos nos sean demasiado familiares por otras películas que ya han tratado el tema antes. El giro trágico final es la parte más interesante, aunque está demasiado forzado. Desde el principio se hace patente que es necesario un giro al hospital para conseguir la intensidad que requiere un final. Quizá esta supuesta sorpresa supone el punto menos correcto de un guión bastante sólido, sin embargo sirve para desencadenar el tramo más talentoso.
Una buena película que no llega al listón al que la directora nos tiene acostumbrados. Espero con interés una nueva obra suya en la que se encargue personalmente del guión. La seguiré con gusto hasta Japón con su nuevo proyecto "a lo Murakami". Y es que sin escribir, esta obra resulta un poco menos suya.
Ni siquiera aparece una lavandería.