Desde la pequeña Bélgica y con ganas de hacer reír un poco, pasar un rato divertido y recordar los comienzos de la animación llega la película Pánico en la granja. Se trata de un producto basado en la serie de televisión del mismo título y en cuya dirección repiten la pareja cinematográfica Stéphane Aubier y Vincent Patar ya que los tres trabajos que han firmado hasta la fecha son conjuntos.
En lo estrictamente técnico y visual no esperen grandes fuegos de artificio ni cohetes espectaculares. A cambio, ofrecerá un espíritu de satisfacción capaz de medirse con el espíritu de las grandes marcas de la industria, esa orgía de efectos especiales y desarrollo tecnológico insuperable hasta la fecha. Los que somos todavía hijos del siglo XX la disfrutaremos por la parte que nos toca, por esa ilusión que desprende poder ir atrás en el tiempo y disfrutar de los comienzos de la animación, de hacer una cinta de más de una hora con "cuatro" muñequitos a lo Toy Story sin serlo y frotarse las manos.
Con cariño y ganas de entretener a los más pequeños y también mayores, este film intentará rescatar viejas alegrías de sábado por la mañana de más de una infancia acompañadas de un vaso de leche caliente y gallettas. Los más pequeños se quedarán pequeños y los más grandes que les acompañen disminuirán su tamaño mental durante la proyección. Defiendo el mismo espíritu que Kerity, la casa de los cuentos, esa gran oportunidad para darle alternativa a los mordiscos más sanguinarios, contribuyendo y apostando por una sesión más natural del universo de los colores y el movimiento alocado. Sumémos en nuestra filmografía particular otra cinta europea de animación, porque aquí todavía las cosas se cuidan y se miman, bebámos de este beneficioso brebaje. Atrévanse a llevarles a sus más pequeños a ver Pánico en la granja y ganémosle una batallita al gigante. El problema como siempre estará en su escasa distribución.