Al espectador de cine le gusta ser correspondido con la película por la cual ha pagado. Y le gusta sentirse recompensado en la medida de lo posible cuando los nombres propios que protagonizan la cinta lo hacen medianamente bien o dentro de lo esperado. Asesinos de élite no pretendía llegar a nuestra cartelera y seducirnos a base de tiros y acción porque hace falta mucho más para saciarnos con este tipo de títulos comerciales. La película de Gary McKendry pretende repartir cartas a todos, sin saber quién quiere jugar y participar de la partida. Alternando la acción más comercial y el cine de espías más cutre, los pupilos de élite no consiguen darle un orden, estructura y caracter profundo a un guión perdido, sin rumbo y con escasas opciones alternativas para salir del paso siquiera.
Que es una película de acción está muy claro, si no que se lo digan a Jason Statham, quien más agusto se encuentra en su rol de cachitas, tipo duro con barba de una semana, chupa de cuero, derroche de chulería y gafas sin montura. Piruetas, saltos, puños indefendibles, maniobras varias...vamos, su Transporter o Crank particular adaptado a una de espías o algo parecido. Con él y sólo con él Asesinos de élite sería la película de acción comercial perfecta hecha para su público y no se lo reprocharíamos. El problema es que por allí andaba un tal Robert De Niro. Y a nuestro taxista solitario no le gusta no jugar a espías, no le gusta el cine de Statham, por eso, le ayuda y le rescata sin despeinarse para convertirla, auparla y subirla un peldaño más arriba de lo que se merece. Gracias a él, nos autoengañamos y creemos creer que era una de espías y altos secretos nacionales. Espejismos.
Ni siquiera cumple el papel de película de acción que justifica los equipos de sonido de las salas comerciales, apenas hace uso de la violencia gratuita. Perdida en secuencias excesivamente largas, aburrida, desordenada, pobre, cutre y solamente justificable por el rescate de Bob y Owen, quienes oxigenan algo un ambiente tan cerrado y confundido.
Ni el qué ni el cómo funcionan. Demasiado castigo. Amenaza con estar pronto en el videoclub.