Sorprendentemente, no existe ninguna diferencia cinematográfica entre este documental y otros de Naomi Klein como No logo. Y es sorprendente porque este cuenta en su dirección, supuestamente, con Michael Winterbottom. Pero no es a eso a lo que me refiero con el título "Sin noticias de Winterbottom". Lo que no veo en este documental es el gusto por sugerir y dejar pensar al espectador que pudimos disfrutar en otras películas comprometidas como Camino a Guantánamo o Un corazón invencible. El cambio de formato, de ficción a documental, ha barrido totalmente todo lo interesante que ofrecía Winterbottom en este aspecto. Ahora se nos dan las ideas totalmente mascadas y directas al piquito.
Dado que no puedo hablar de aspectos cinematográficos propiamente dichos, hablaré un poco del propio contenido del mismo. Naomi Klein es el azote de los neocon americanos. Sin duda, un azote bastante más sesudo e interesante que Michael Moore. Muchas de las cosas que cuenta son, simplemente, la verdad. La verdad de las consecuencias del ataque a Iraq, la verdad sobre lo que pasó después de implantar las ideas de Milton Friedman en Chile, Argentina, o Rusia. El problema de la verdad, es que es siempre compleja, multifactorial y llena de matices. No se puede resumir en un titular sin sesgarla. Y ese es el primer fallo. Aquí todo se nos da mascado, con las conclusiones bien claras, y rapidito, para que el espectador no se aburra. Se repiten una serie de consignas y, como además están llenas de buenos sentimientos (paz es mejor que guerra, dinero para hospitales es mejor que para armas) a uno no le apetece luchar contra ellas ni analizarlas en profundidad.
El sesgo se hace también necesario cuando se intenta aunar bajo una misma teoría todo lo ocurrido en economía y guerra en el mundo en los últimos cincuenta años. Al menos todo lo relacionado con EEUU. Porque nos obliga a descartar todo aquello que no nos encaje bien en la teoría. Ahora resulta que el ataque a Iraq y los experimentos psicológicos de la postguerra mundial son parte de un plan de conquista mundial llamado El ladrillo y creado por cuatro malvados universitarios en Chicago. Demasiado. Me han faltado unos lagartos gigantes con apariencia humana...
Aún y todo, y si analizamos el documental olvidándonos de Winterbottom y pensando que estamos recibiendo la opinión subjetiva de un sector político no es un mal documental.