El curioso caso de Benjamin Button es una película mucho más convencional de lo que cabía esperar del director de Zodiac, David Fincher. La elección de la magia del crecimiento inverso es una interesante excusa de atención para una historia casi modelo, sobre la vida humana. El dolor de las pérdidas de los seres queridos, el horror de la guerra, la pasión del amor -por supuesto, un romance de por vida, para afianzar esta adhesión al canon. La historia contada por la anciana moribunda es un formato demasiado trillado, aunque tenga sus justificaciones.
Eric Roth, el guionista de Forrest Gump, escribe aquí una historia de las suyas, entrañable, que se apoya firmemente en el drama. Consigue un resultado emotivo muy clásico. Salvado el punto de excesiva convencionalidad, tenemos un trabajo muy bien terminado en todos sus aspectos. El ritmo de la narración apenas pierde en fuerza en ningún momento y los todas las dificultades del guión se solucionan limpiamente, eso sí, a costa de reconvertir todo al modelo de estructura de una biografía clásica.
Con la intensa fotografía de Claudio Miranda, Fincher consigue crear impresionantes atmósferas de magia, como los planos nocturnos en el barco. Los efectos especiales, simplemente hacen historia. El trabajo es tan creíble como increíble. Sólo por estos dos aspectos el visionado ya valdría la pena. El trabajo de todos los actores, empezando por Brad Pitt y Cate Blanchett es muy bueno.
Es interesante la mirada hacia la vida humana desde el punto de vista de la muerte, visión inversa muy propia de la película. La muerte propia y la de nuestros seres queridos. El paso del tiempo, un tiempo limitado. Sin mayores pretensiones intelectuales, la idea funciona muy bien como retrato ya no de una vida sino de La Vida. Otro aspecto reseñable es que no resbala en ningún momento en los peligrosos límites entre la magia y el absurdo. Al contrario que Slumdog Millionaire, aquí se respeta perfectamente lo que es permisible y lo que no. Una buena película, disfrutable, a la que le falta un punto de originalidad aunque, eso sí, le sobra calidad.