A los buenos se les pide más, y
probablemente eso es lo que le ha pasado a Jacques Audiard,
uno de los directores franceses más interesantes del momento. Lo
último que habíamos visto de él fue la interesantísima Un
profeta. Y claro, eso pasa factura. En Cannes no se habló
demasiado bien de esta película. Sin embargo, según nos vamos
alejando de los exigentes criterios de aquel festival, si ha habido
una reacción más positiva, e incluso muchas voces que la encumbran
como una de las mejores películas del año.
En este caso, yo me voy a mantener en
un término medio, esperando calidad, pero admitiendo posibles peros
y quizá un tono demasiado efectista en el desarrollo del guión.
Seguramente, el espectador menos amigo de los excesos dramáticos
puede sentir rechazo, pero entrando bien en la propuesta, creo que
puede ser una película muy potente.
Lo que sí espero en cualquier caso son
dos aspectos impecables: la dirección de Audiard, con su energía
habitual en la línea de De latir mi corazón se ha parado; y
la que, según dicen, es una de las mejores interpretaciones de la
siempre convincente Marion Cotillard. Atención a la banda
sonora porque también tenemos un nombre de prestigio: Alexandre
Desplat, uno de los mejores y más versátiles compositores del
momento.