Una grata sorpresa. Aquello por lo que sigo creyendo en las películas que mi sentido precog no me recomiendo.
Lejos de la superficialidad de los chistes de rabos, uno se encuentra con una película dura, pero no dura de ver. Una historia realmente terrible, a veces quizá demasiadas calamidades juntas, aunque se puede justificar por el entorno. Tan terrible como amena curiosamente, y aquí es donde creo que se encuentra la clave. Por eso funciona. Es el método habitual pero bien hecho, que es lo difícil.
Una historia clásica, un ¿padre?, su hijo, la ocultación de la verdadera identidad hasta el momento último de revelación ¡YO SOY TU PADRE! Viejo como el mundo. La solución: minimizarlo ante las pequeñas cosas. La película, como toda buena road movie se sustenta en las pequeñas historias que se van sucediendo. El hippie cabrón, el indio sensato (como todos los indios modernos en el cine), etc.
Otro acierto: la forma en que va descubriéndose al personaje protagonista poco a poco, pero sin tampoco darle importancia al hecho mismo del descubrimiento. Todo como algo natural. Vas conociéndole, vas intuyendo cosas, pero no se tiene la sensación de que se oculte algo.
Otro acierto: las situaciones inconclusas. El hijo tiene que prostituirse para conseguir el dinero y uno piensa que luego habrá una escena en la que su ¿padre? verá la droga y descubrirá que no la ha vendido y se enterará etc. Pero no, simplemente es algo que ocurre, que es duro pero con lo que tampoco se hace un drama. Te van mostrando crudezas de lo más bajo de américa sin meter el dedo en la yaga y sobre todo sin la pretenciosidad habitual del cine independiente de buscar la reflexión.
Buen cine, bien llevado, grandes actuaciones, un guión moderno y humor sin caricatura de teleserie. Muy bien.