La película es lo que es y en ningún momento trata de engañarte. Esa sinceridad me gusta y la aprecio mucho. También aprecio el esfuerzo caracterizador de Willis, que se transforma en un prejubilado cojo y alcohólico muy creible. Gran personaje. La ambientación de la película también es buena. Ese calor. Ese Nueva York recalentado, lleno de atascos, incómodo... Todo eso está realmente bien. Lo que pasa es que la película llega con quince años de retraso. El compañero negro-vacilón de Willis es un personaje insoportable. Es verdad que entre tanta verborrea de vez en cuando tiene gracia y toda la sala de cine ríe a gusto... pero está totalmente pasado de rosca. Además, en cierto momento parece que la película se mueve en tiempo real, te van dando la hora que es en cada momento y el tiempo que le queda para llegar al juzgado, parece que esto es muy importante, pero luego deja de serlo, inexplicablemente. A ratos, también, parece uno estar disfrutando de un western. Sin embargo sólo ocurre en escenas sueltas... haciendo difícil entender el tono general de la película (sospecho que no tiene). En resumen, interesantes retazos del pasado, acción moderada y una sensación final de haber visto un telefilm de principios de los noventa perlado de mecanismos obsoletos como negro-vacilón, repetición de la seudoparadoja del huracán, la vieja, etc... y esa escena inicial que te cuenta lo que ocurrirá hacia la mitad de la película porque el director tiene miedo de no tener un comienzo que atrape al espectador. Floja, pero entrañable. Un tres.