Crítica de la película El Havre por Hypnos

Llego con cierto retraso a la última película estrenada hasta la fecha de Aki Kaurismaki pero con muchas ganas. Ahora que está aún coleando el palmarés de la última edición del Festival de Cine de Cannes de 2012, aquí tenemos un ejemplo de una de esas películas que se quedaron con la miel en los labios de la edición anterior, sólo con el reconocimiento del Premio FIPRESCI.

Aquí nos encontramos con un episodio más en la carrera del genial Kaurismaki, y digo episodio porque todas sus películas están cortadas de manera transversal por un gusto por lo cotidiano, no de lo que nosotros vemos en nuestro día a día, sino en lo que el propio Kaurismaki, película a película, nos ha traducido el mundo según lo entiende y ve a través del idioma de su ojo cinematográfico. La cotidianeidad de la mirada de Kaurismaki se acerca a la que puede tener Pedro Almodóvar. Esta manera de narrar se acerca, en gran medida, al chiste o la comedia de tempo largo que tanto trabaja Wes Anderson y que tiene una influencia directísima de directores nórdicos.

El cine de Kaurismaki es tan certero y atinado como el mejor de los documentales ya que a través de él se pueden ver males endémicos de esas democracias nórdicas tantas veces traídas a conversaciones de sobremesa, siempre con la capacidad de epatar con un simple gesto. Todas sus películas le llevan al espectador a terminar empapado de una fina capa de tragicomedia, hasta el punto de ruborizarse por estar riéndose a mandíbula batiente de situaciones no políticamente cómicas.

Con el calor de estos días en Madrid es ésta la sensación que me lleva a disfrutar de la nueva película del director de, entre otras, Un hombre sin pasado, Contraté a un asesino a sueldo o Nubes pasajeras.