Conversabamos unos amantes del cine y yo en lo que se podría tratar de uno de los mejores momentos para hacerlo, con la boca llena, provocando pausas para que los demás también opinen mientras dijeríamos pechuga y algún que otro pedazo de carne hamburguesada, cuando surgió cierto respeto hacia la animación que venía deribado hacia su búsqueda de la realidad, la excusa de son animaciones cuando son exageradas y la respuesta bien hecho cuando son exactas y no destacan por los colorines. Fue interesante. Los increíbles ha conseguido crear respeto y esto es un gran logro.
Se muestra como un film muy serio y distinto, de acuerdo que es una animación 3 d y que de ahí no pasará nunca, pero ni su guión es sencillo y estúpido, ni se excusa en historias que de por sí marchan fuera de la realidad en demasía como shrek, ni se pierde en maniobras sencillas para de forma comercial dejar satisfecho a los niños del mundo. Los productores han dejado llevar este producto hacia la selección natural de su público, y es que en realidad a ninguno nos importa marchar a verla, porque sabemos que no nos defraudará. En ocasiones como esta hasta nos place contemplarla, con chistes y bromas adultas, con historias que no pasan de la raya nunca y unos personajes tan distintos como llenos de personalidad propia, la consecución de pensamientos que tanto a padres como a niños provoca este film, porque me atrevería a compararlo a Indiana Jones, no era una película ni de niños ni de adultos, vivía en ese mundo que para ambos grupos es válido el cine. No nos olvidemos de que al fin y al cabo los creadores son niños grandes que buscan con ahinco alcanzar algo mejor, como su público.
Es grato dejarse caer por la sala para ver este film con personalidad propia, ritmo, nada de exageración gratuita y un decoro con la historia que permite ser un reflejo de lo que podrá ser algún día la animación, un camino más para comunicar historias buenas o malas, de buena o mala manera, y Los increíbles es buena y las maneras mucho mejor.