Se confirma que Mike Leigh no es un director nocivo ni dañino. Todo lo contrario. Considero a este director curtido en dramas y contador de historias llanas y humanas como un diván que hace películas pensando en el espectador, sabiendo que emisor y receptor van a ir de la mano, que todo va a llegar sin interrupciones. Podríamos bautizarle como Leigh "el cartero". Su último trabajo, Another year, ha resultado ser un film sobre las goteras del ser humano, una cinta con recorrido, que no aburre y cumple el ciclo de las cuatro estaciones con dignidad, esmero, paciencia y buen hacer cinematográfico.
Esta cinta británica salpica al espectador con altas dósis de dramatismo terrenal que invita a la reflexión más directa aunque con una careta de humor sarcástico y algo negro que masajea al espectador en contadas ocasiones. Se trata de un film de suspiros, respiraciones pausadas, de estas en la que humedeces los labios y reposas los brazos. Por momentos puede resultar un producto galo (por la cantidad de vino que se bebe durante la cinta) pero rapidamente el acento inglés en forma de tazas de té, latas de cerveza, inmuebles enmoquetados, el paisaje gris y sincero de la isla nos devuelve al punto de origen, Inglaterra.
Un chapuzón de realidad, una de tuberías, cloacas, goteras, sobre la suerte, la vida, el paso del tiempo, la sabiduría de los ciclos, aprender a vivir, a responder, a respirar, a ser y a no ser, a querer, a saber perder, escribir una página de nuestro destino sin saber que todo está aquí y el resto es polvo, cenizas y lágrimas. Sincera, cotidiana y construyendo sobre suelo firme. Leigh y su cosecha de buenas intenciones. Another year, una propuesta con los pies en la tierra. Un producto muy otoñal.