Esta sociedad nos intenta mentir y engañar continuamente. Y siempre hay tipos que lo impiden o tratan de hacerlo. Dicen que de los muertos si se habla se haga bien. Pero el cine siempre tan permeable y transparente le hace la puñeta a más de uno que no quiere mirar al mismo tiempo, ni siquiera desde el otro extremo del hemiciclo. Allá ellos dirían algunos. Pero los hay que dicen que no y que tratan de ponerle remedio. Y el humor, las buenas maneras, en definitiva, el arte es su arma. Y trabajando, actuando, se defienden mejor que muchas mayorías.
Hablamos de ese o de aquel, pero hablamos también de Pepe Rubianes. Este personaje con voz y voto propio, con un estilo inconfundible nos dejó. ¿O no? ¿Qué dirían los que mejor le conocían, su amigos? Esta es la propuesta de Manuel Huerga (Salvador), quien sabe hacer memoria de aquel que lo valió, que vivió la vida a su manera enseñándole la nalga a este y a aquel de un modo único. Una cinta cuyo protagonista es Rubianes además de sus amigos de profesión más íntimos. Una cinta sobre uno del medio y que se vale de él para contarlo. No es una cinta para llorar, es una película para reír y para recordar. Porque algunos fueron y serán. Porque a Pepe y a Rubianes le hubiera gustado hacerlo así, en la intimidad pero compartiéndolo con todos.
Con mucho amor, cariño y estilo, recuerden que es Huerga el capitán de este barco. Hablemos de los vivos que estan muertos y vayamos al cine con la intención de compartir un café o té con un amigo de la profesión. Como en familia, tirando de humor, recuerdo, acidez, a grito pelado, teniendo o no la razón, en compañía.