Michael Haneke ha conseguido desconcertarme un poco. Y no porque en su película haya cosas discordantes sino, seguramente, por todo lo contrario. Se trata de una película sobria, en un blanco y negro perfecto, y con una dirección muy planificada y cuidada. Una auténtica joya cinematográfica y un portento de ejecución, pero... ¿de qué va?
La película se nos publicita como el retrato de una sociedad que alimenta la semilla que luego daría paso a la primera y segunda guerra mundial. A nivel narrativo, se elige un punto de vista totalmente aséptico. Tan aséptico que la voz en off que narra la historia resulta terriblemente sedante, susurrante, hipnotizante. Quizá demasiado. Quizá demasiado sedante y demasiado sutil. Me cuesta decirlo porque muchas veces critico películas por su falta de sutileza, y ahora tengo la oportunidad de alabar y ensalzar una de las películas más sutiles que he visto en los últimos tiempos. Pero es que de tan afinada, al final uno acaba por no saber exactamente a qué conclusiones llegar. Y esto no es Arma letal 2, aquí hay que llegar a alguna conclusión.
Y, pese a que confieso abiertamente que no he terminado de entender la película, le casco cinco estrellas. Pero es que me cuesta no dárselas. Porque lo que tengo claro es que Haneke ha hecho la película que quería hacer, en el tono en que quería hacerla, y que eso requería un enorme trabajo y mucha dificultad. Con ésta película Michael Haneke trasciende y pasa a ser uno de esos directores que ha demostrado poder hacer cualquier tipo de cine y poder elegir el estilo correcto para cada historia. Al alcance de unos pocos.