Creo que lo que más me gusta de éste documental es ver cómo su director, Winterbottom, se inhibe y deja fluir la historia de estos ingleses que fueron capturados y enviados a Guantánamo.
Es como si diera una serie de pautas generales, se fuera a tomar un café, y dejara que el documental se hiciera sólo. Además, a la hora de contar la historia, huye de todo sensacionalismo barato y rechaza la tentación de ablandarnos el corazoncito poniendo escenas fáciles de tortura y crueldad infinita. Por el contrario, nos deja una serie de retazos, para que nosotros mismos podamos imaginar lo chungo que lo habrán pasado esos chicos en Guantánamo.
Historia elegantemente contada, pincelada ágil y una total ausencia de divismo por parte de Winterbottom. Muy bien.