Y lo que podemos esperar de esta película es precisamente la continuación de esa evolución, que ya digo, no tiene por qué entenderse como mejora. Cuando ves una de sus películas te das cuenta que nadie más en el planeta está haciendo ese tipo de películas, porque ese tipo es el tipo Almodóvar y esto, aunque parezca trivial, es, en mi opinión muy importante. El hacer algo que no hace nadie más, aparte de ser el espíritu de precríticas (tenía que decirlo), es algo para mí digno de ver. Otro tipo de películas no las espero con tanto interés, pues puedo ver de ese mismo tipo. Eso no pasa con Almodóvar.
Pero que nadie se lleve una sorpresa: si usted es un chico Almodóvar, vamos que si es aficionado a su cine, vaya a ver la película de cabeza; mientras que si no aguanta ese universo particular que puebla sus guiones, no se engañe, no va a cambiar a estas alturas, simplemente, vaya a otra de las muchas ofertas de los multicines de escasa pantalla y amplio patio de butacas.
Creo que asistiremos a una crítica concreta y sin rodeos, pero moderada en sus formas, sobre la educación cristiana. Pienso que no se trata de apuntarse al carro de enjuiciar a la Iglesia sino de dar una visión necesaria. Y en cualquier caso, de lo que estoy seguro, es de su dirección valiente, de la banda sonora inusual pero que nos da la sensación de que ninguna otra hubiera valido, de los actores como Gael García Bernal o Fele Martínez que serán precisos y sutiles; y de lo que estoy más seguro, porque hasta ahora no nos ha fallado, es de un guión que se salta clichés y que se mueve serpenteante entre marginados y liberados, entre cobardes y supervivientes, y sobre todo, entre historias increíbles en su esquema, pero cotidianas en sus momentos, historias que de verdad merecen ser contadas.