Vamos a ubicar un poco a los adultos que se encuentren en la difícil situación de querer llevar a los mas pequeños de la casa al cine, ya que estos sabrán perfectamente quien es Doraemon, por muy poco espacio infantil que haya ahora en la parrilla televisiva.
Como casi todo el anime, Doraemon, el gato cósmico, empezó siendo manga, es decir, un cómic japonés. Fue creado entre 1969 y 1970 por Fujiko F. Fujio, que en realidad es un pseudónimo de Fujimoto Hiroshi y Motoo Abiko, los padres de la criatura. Después se convirtió en una serie de televisión, que en su país de origen, no ha dejado de ser transmitido año tras año, con mas de mil capítulos. Dado este éxito, se han creado también varias películas, dirigidas al igual que la serie para los niños.
Al contrario que Shin Chan, otro producto japones parecido, que se pega la mitad de sus intervenciones desnudo, estos dibujos fomentan la amistad y los valores humanos, aderezándolos con un humor sin necesidad de ser grosero.
Claro está, que de ahí a que sea una gran película, va mucho trecho. Puede que los avances tecnológicos en la animación, hagan que se luzca un poco más que en los episodios televisivos, aunque los trazos simples de los personajes sean los mismos. Pero estamos acostumbrados ya a un nivel de 3D de la mano de Pixar o de Dreamworks, que hacen que todo lo demás quede casi obsoleto. Y tampoco es lo mismo las historias de media hora de duración de la serie a la de mas de hora y media que te tienes que tragar en el cine.
Si ya se ha pasado por el cine a ver Ratatouille o Locos por el surf y los críos están insoportables en casa o si eres un gran fan de estos personajes (que haberlos los hay), quizá la opción de ver a Doraemon y Nobita en acción no sea una mala idea. Para el resto del personal, mejor abstenerse de este producto mas destinado a ser carne de videoclub.