Un director, Chris Sivertson, que ha rodado unas cuantas películas tontas o simplemente malas, que no han llegado a ningún lado, y ahora nos presenta otra que tiene todos los visos de seguir por los mismos derroteros.
Con un guionista que escribe su primer trabajo, Jeff Hammond, tratando un argumento con todas las papeletas de terminar en final sonrojante. La película se presenta como un producto precario, en todos los sentidos, y sin embargo ha conseguido reunir a algún nombre que otro.
Para empezar, la alegre Lindsay Lohan, esa reina de la comedia juvenil que se dio a conocer con Tú a Londres y yo a California. De lo último que hemos visto, una paparruchada como Devuélveme mi suerte o algo bastante más serio como la última película de Robert Altman, El último Show. Creo que esta chica puede definir muy bien por donde va la película.
Otra actriz con más experiencia es Julia Ormond, que en los 90 se movía con soltura en producciones comerciales más o menos aceptables, pero que en esta década se había echado un poco a perder, relegada a películas para la televisión y alguna serie. Es por esto que no es de extrañar verla en un producto como este. Parece que ahora puede remontar un poco su carrera, la veremos, por ejemplo, en El curioso caso de Benjamin Button de David Fincher y en Gerrilla de Steven Soderbergh. Además la acabamos de ver en lo último de Lynch, Inland empire. No es que sea una excelente actriz pero seguramente será lo más aceptable en este caso. Desde luego, Sé quien me mató no será parte de su nuevo auge.
También en el reparto, Neal McDonough (Banderas de nuestros padres) y Brian Geraghty (Bobby). Nada mal para una película que se presenta con tan pocas garantías.
Sólo si mis sospechas están mal dirigidas y la película tiene un toque gamberro y algo rompedor, podrá escapar de lo que parece: un producto comercial barato para jóvenes, con toques sádicos y con tópicos y sonrojos a mansalva. Se quedará a medias en cuanto a violencia y sadismo, y no bromeará lo suficiente consigo misma.
Le daremos una oportunidad en la semana de terror de San Sebastián, porque es lo que toca.