No se puede hacer interesante un relato semierótico que escandalizó a la opinión pública hace casi un siglo. No se puede hacer interesante a menos de que lo actualices un poco.
En un mundo donde a dos clicks de distancia uno puede encontrarse algunas de las imágenes más turbadoras que el porno es capaz de producir, es muy difícil que uno no se sonroje cuando ve a personas de más de treinta años afirmar, al ver el pene de su pareja tras eyacular: "ahora ya no está grande".
Una vez que uno se da cuenta de que cualquier atención intelectual por los personajes es una pérdida de tiempo, busca refugiarse en cualquier otro de los atributos de la película: dirección, fotografía, música... pero pronto se da cuenta de que durante las casi tres horas que dura la película no tendrá a qué agarrarse. La película es un páramo inabordable.
Una mezcla entre El lago azul y alguna película casposa de la Nouvelle Vague.