Sin fuerza, como rodada deprisa y corriendo y sin demasiado entusiasmo, la película no es más que la repetición de algunos gestos habituales del mundo del hampa antiguo y moderno, que intenta hacer gestuales algunos chistes que no consiguen ni esbozar sonrisas.
Sosa y sin entereza, lentísima en los diálogos, sencillísimamente rodada y con unas actuaciones a cada cual más desmedida, el film no sirve demasiado, entretiene lo justo y cansa bastante más de lo que debería por su categoría. He pedido la hora demasiado pronto.
Como capítulo especial pondría a Harvey Keitel, que se autoparodia, que se mutila y es el mejor entre un atajo de seres poco agracidados, excepto Gerard Depardieu que se limite a observar como sabiendo cuanto se está haciendo mal.
No entiendo muy bien la excusa para llevar adelante este producto, pero quienes se atrevieron debieron haberlo pensado dos veces. Muy mal.