Steven Spielberg se pone serio y nos
ofrece otra de sus películas, a priori, mayores. Y digo lo de "a
priori", porque precisamente, dentro de su jugosa carrera, las
grandes obras maestras no suelen venir de ese Spielberg serio, quizá
con La lista de Schindler como honrosa excepción. El bueno de
Steven no es un intelectual. Es un animal del cine que vuelca su
genio plano a plano, pero cuando se embarca en grandes cuestiones,
queda patente que no es su fuerte.
Tenemos al mismo guionista de Munich,
Tony Kushner. Aquella era un buen ejemplo. Tenía un ritmo
endiablado, una textura deliciosa y unos momentos emocionantes de lo
más disfrutables. Pero los intentos de reflexión acerca del
conflicto de Palestina y en general, sobre el terrorismo y el
terrorismo de estado, eran francamente pobres. Lo peor es que aquí,
dada la historia que trata, pocos momentos de género puede conseguir
y lo que le queda es simplemente el aspecto más intelectual. Creo
que por ahí hará aguas, será reiterativo y no entrará al fondo de
la cuestión. Además creo que pecará de ingenuo, aún queriendo no
serlo.
Eso sí, la película estará rodada de
la mejor manera que puede hacerse. Tendrá una interpretación de
Oscar (y este comentario es muy posible que termine siendo literal)
en manos de esa bestia de la interpretación que es Daniel Day
Lewis. Tendremos también a un extraño Tommy Lee Jones y
al siempre interesante Joseph Gordon Levitt. Así como algunos
de los nuevos feos de moda: John Hawkes y Jackie Earle
Haley. No fallará ningún aspecto técnico y la película será
entretenida, si no se repite demasiado. Pero me temo mucho que no
será un gran obra sobre la figura de Lincoln. Veremos.