Crítica de la película Inside Man (Plan oculto) por Hypnos

Basta con que suene el tema de los créditos para saber que Spike Lee anda detrás. Los pegadizos acordes de Panjabi llevan a unos lucidos créditos que hacen que por un momento nos olvidemos que vamos a ver otra de las de siempre, otra de atracos.

Pero lo cierto es que esta película de Spike Lee engancha de principio a fin. Está rodada con maestría y con un pulso narrativo encomiable. Primero nos adentra en una convencional presentación de los personajes y del hecho, para, media hora después, romper el hilo narrativo.

Esta manera de actuar es inteligente. No ya sólo porque respeta la inteligencia del espectador, sino porque sabe que la baza original que tiene entre manos en ningún caso le puede reportar una sorpresa. La película se llama "Inside Man" y con el ejercicio de vestir a todos con las mismas ropas ya sabes por dónde van los tiros. Pero lejos de decírtelo de primeras o de hacerte pasar por tonto, construye veinte minutos de meritoria tensión. Para ello, basta con mencionar un detalle: el uso de los cristales tarnslúcidos que hace. En la escena con Stanton y el teléfono móvil, cuando lo encierra en el despacho y se pone desde el punto de vista de los rehenes, la cámara se acerca para presentarnos un elemento clave en la trama: los cristales, esos despachos.

Cuando ya ha creado la suficiente tensión, entonces comienza a jugar con los interrogatorios para terminar de aclararte por dónde van los tiros y para hilar una consistente historia.

Otro ejemplo más de inteligencia es el uso del mcguffin: el contenido de la caja de seguridad. No puede ser más misterioso. Un hombre poderoso, Christopher Plummer, en un papel que le va como anillo al dedo; el personaje misterioso de Jodie Foster, una aparición fugaz pero rutilante.

En esos detalles de guión me he encandilado y maravillado hasta el final del atraco. El principal problema de esta historia es que tal y como está contada no hay climax. No ya porque no pudiera sacarle la punta a uno, sino porque en la parte final de la película se pierde al Spike Lee independiente y vemos al Lee comercial, o a los deseos de la industria. El ladrón, magníficamente bien interpretado por Clive Owen, si se salva tiene que tener buenas intenciones. El criminal de guerra nazi debe ser desenmascarado. Y lo honrado debe triunfar sobre lo deshonesto. De ahí que la película termine de forma tan convencional, con el numerito del diamante dentro del bolsillo en el choque.

Spike Lee ha estado a punto de firmar otra obra redonda, pero aquí le ha fallado el guión. Un libreto que tan bien estaba construido para enganchar, y que no sabe terminar. No ha respetado las reglas. Nos ha dejado de contar el cómo que nos promete Owen al inicio.

Entre tanto, una maravilla poder disfrutar del Spike Lee de siempre con sus chistes sobre racismo, con su multiculturalidad natural (no como en "Crash"), con sus críticas al borde del sarcasmo con el videojuego o el sij, con su música, y con sus planos como en el que Denzel corre hasta el banco tras la muerte del rehén.

Un derroche de talento en un producto made in Hollywood.