Crítica de la película 12 años de esclavitud por Iñaki Ortiz

Steve McQueen para todos


5/5
13/12/2013

Crítica de 12 años de esclavitud
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Después de dos propuestas muy arriesgadas como fueron Hunger y Shame, el prometedor cineasta Steve McQueen ofrece aquí una película mucho más asequible, más convencional. Pero, cuidado, que la decepción porque esta no sea la película del año no nos impida ver su excelencia. Por otra parte, lo que en el cine de este director resulta "asequible" sería una obra muy poco condescendiente en la filmografía de muchos otros.


Como en sus obras anteriores, McQueen consigue transmitir un ambiente asfixiante y agotador. En sus tres películas, el director ha centrado todas sus energías en lo mismo: vivir a fondo el infierno de sus personajes. Hemos visto docenas de películas sobre la esclavitud, algunas incluso este mismo año, pero 12 años de esclavitud te obliga a vivirla, desde los detalles más cotidianos, como conseguir una pluma, como tener sexo en una habitación repleta de gente durmiendo. La angustia de perder la libertad, cercana a un thriller de terror. La gran diferncia es que esta película no se para en los latigazos o en los abusos. Nos muestra la cosificación del esclavo, su falta absoluta de intimidad o de cualquier otro rasgo que dignifique la vida humana. No es solo la falta de libertad, sino la deshumanización absoluta. Son propiedades, y esto queda muy bien remarcado a través de diferentes detalles.

En sus dos primeras películas, McQueen conseguía esta inmersión sin apenas palabras ni situaciones convencionales. Su formación en videoarte le servía para plantear la belleza del horror desde un planteamiento básicamente audiovisual. Aquí recurre más a contar una historia según los cánones clásicos, en gran parte porque se basa en una novela autobiográfica escrita en el siglo XIX, aunque también juega con algunas decisiones más plásticas. El plano de las aspas del barco, acompañado de la banda sonora de un Hans Zimmer más experimental, no le tiene nada que envidiar al ambiente malsano de Paul Thomas Anderson en The Master. El primer plano puramente lírico de Chiwetel Ejiofor -que se luce con un trabajo muy preciso- en el que "nos mira" a través de la pantalla. La sobrecogedora escena del ahorcamiento, con un plano brutal que contrasta el horror con la rutina. En cuanto a la narración, se muestra algo juguetona al principio con cierto desorden temporal, aunque pronto se normaliza.

Convencional o no, es terriblemente cruda. Sin concesiones a la suerte o las hazañas valientes. La realidad, terrible y descorazonadora. La violencia descarnada, con la carne haciéndose trizas. Los golpes brutos (como la jarra a la cara) dejan muy clara la concepción de cosa, de propiedad de los esclavos. Esta violencia está rodada de una manera casi obscena, impactante sin caer en el gore o en la caricatura. Michael Fassbender nuevamente muestra una energía animal, una mirada que atemoriza, porque esconde a una fiera a punto de morder. Tanto él como Paul Dano, muy afinado también en su papel, representan la furia del desgraciado. Todo el amplio reparto funciona de maravilla.

Como las anteriores, una película dura de ver, difícil de tragar, que te obliga a asimilar al máximo la tragedia, sin caer en el sentimentalismo. En un tono más accesible para el gran público esta vez, pero sin perder su buen nivel de calidad.



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