Ben Stiller es un tipo con muy buena aceptación general en Precríticas. Es lo suyo, teniendo en cuenta que es uno de los nombres importantes de la comedia actual. Sus trabajos en películas como Los padres de ella o Algo pasa con Mary lo avalan.
Sin embargo, Stiller es una figura que va más allá, con un interés creativo poco habitual en cómicos de su perfil. Él no se ha contentado con interpretar, protagonizar, hacer reir con muecas, chistes, gestos, caídas, lo que sea. Siempre le ha gustado estar detrás de todo, controlar cada paso y cada aspecto de sus productos. Por eso, Stiller es también director.
Su carrera como tal es poco menos que extraña. En sus comienzos encontramos un título tan alejado del estilo al que asociamos a Stiller como Reality Bites. Aquella película intentó ser una suerte de radiografía de la llamada Generación X; generación que con los años, salvo contadísimas excepciones (Johnny Depp sigue convirtiendo en oro todo lo que toca; Keanu Reeves sigue siendo el cara-de-palo preferido de la ciencia-ficción), se ha ido estrepitosamente al carajo: Winona Ryder es una sombra estropeada, River Phoenix cría malvas en el cementerio, Christian Slater se perdió en alguna parte del camino entre fiestas y rumores, Ethan Hawke jamás llegó a confirmar su status de promesa... Y así podríamos continuar uno tras otro. Igual que ellos no supieron confirmar lo que apuntaban, Stiller resbaló con su película generacional.
Luego fue encauzando su camino hacia un objetivo clarísimo: el humor. Entre sus primeras realizcaciones en esta vía está, sorpresa, una a mayor gloria de Jim Carrey: Un loco a domicilio. Dejémoslo en que, simplemente, eran primeros tanteos.
Luego llega lo ya conocido: Zoolander, película de culto de la que personalmente no disfruto demasiado pero que arrastra a una legión de fans tras de sí; sus trabajos como actor, muchos en películas que realmente funcionan muy bien y en gran parte gracias a él; y ahora esta astracanada que tiene una pinta deliciosa: Tropic Thunder.
Intuyo mucha coña sobre cierto tipo de películas pero, ante todo, sobre el propio Hollywood en sí. Esto sazonado constantemente por el peculiarísimo estilo absurdo de Stiller y con el apoyo de dos tipos que valen mucho: Downey Jr, un hombrecillo que lo ha vivido todo y con el ego suficiente como para creerse el mejor del mundo y demostrarlo; y Jack Black, pura fiesta, pura electricidad, comicidad elevada a la enésima potencia.
Una fórmula como esta ha de ser infalible. El número de carcajadas ha de ser alto. ¡Más les vale!