Aitor Merino utiliza el humor para hacer que su mirada al conflicto vasco no sea tan cruda. De entrada, como concepto general, no deberíamos tener ningún problema en aceptar este recurso cuando el año pasado hemos alabado hasta la saciedad The Act of Killing, que trata a un tema mucho más brutal con un humor de lo más chanante. De entrada y como concepto general. Si vamos más al matiz veremos que son tipos de humor diferentes. Que el de aquella era un humor falso, pues pretendía buscar el contraste helador y resultar, si cabe, más aterradora. El humor en esta es de otro tipo. Es lubricante.
Lo cierto es que este tipo de humor lo conocemos muy bien en Euskadi. Ha servido para reírnos del miedo, cuando ya se ha podido hacerlo, para soltar presión, para poder avanzar, para hablar de lo mismo pero de otra manera. Seguramente el máximo exponente de esto ha sido el programa de ETB, Vaya Semanita. En el fondo, los elementos de humor con los tópicos de alergias españolistas y demás, que vemos en esta película, tratados, a veces, con un tono cercano a Epi y Blas, se parecen a la parodia infantilizada de Los Batasunnis. En concreto en ese vídeo hay algunos chistes calcados.
Y aquí está el meollo de la cuestión, el elemento que en mayor medida ha hecho posicionarse a los críticos con respecto a Asier ETA biok: ¿el humor es aquí un lubricante necesario para hablar a fondo de una cuestión dura o es una banalización inaceptable que manipula al espectador?
Viendo la película siento que hay momentos en los que resbala con un exceso de ingenuidad y condescendencia amable que me molesta y me incomoda. Sin embargo, el propio personaje evoluciona -me es indiferente hasta qué punto es ficción o es real- y admite su propia ingenuidad, convirtiendo un punto débil en una autocrítica que es personal pero también extensible a gran parte la sociedad vasca. Diría que una crítica muy afinada. Los cambios de registro a gesto serio -insisto, forzados o no, me es indiferente- remarcan que el hecho de hacer bromas con una cuestión no es necesariamente menospreciarla. Creo que Merino tiene muy claro con qué se puede hacer parodia y con qué no. En ese sentido me recuerda al también criticado Django desencadenado, por una supuesta banalización de la esclavitud. En ese caso, Tarantino sabía muy bien diferenciar entre qué violencia podía ser divertida y cual no.
Por otra parte, creo que la propuesta de Merino es absolutamente honesta. Desde el momento en que él se coloca en primer plano. No es una película sobre Asier, es sobre Asier eta biok. Se desnuda así en cámara, hablando de su propia experiencia, implicándose con aquello que quiere contar. Poner una cámara en una cena de nochevieja y grabar una conversación política regada con vino, me parece digno de aplauso. Con este nivel de intimidad, consigue en varios momentos de la película, no solo situaciones emotivas, sino también declaraciones polémicas y sinceras -especialmente de Asier. Muchas de ellas no ayudan a transmitir la idea que el director busca, pero están presentes como testimonio de honestidad del documental. Porque el director busca transmitir una idea, en eso también es claro, el documental es abiertamente subjetivo. Se puede estar de acuerdo o no, pero no enmascara en ningún momento que sea un planteamiento totalmente personal.
Aunque el aspecto formal es lo de menos, y es obvio que se ha iniciado como unas grabaciones algo descuidadas, la película tiene ritmo, está bien estructurada y juega con soltura con el recurso de comentar las imágenes grabadas, siendo el propio comentario parte motora del documental. Quizá el humor peca de tópico, chistes de españoles y vascos, del mundial... pero esto también retrata de algún modo a los personajes.