La máxima hoy en día es "ponga un vampiro en su peli". Lo mismo da si es una historia gótica, si se trata de una metáfora social, un drama, una comedia o incluso un falso documental. El vampiro es en estos momentos el rey de los monstruos. Pero que eso no nos despiste, esta es, en cuanto a género, una película de zombies, sólo que no son zombies, son vampiros. Se trata de una historia de supervivencia dentro de un entorno de epidemia apocalíptica que produce seres agresivos. Serán vampiros, por tanto, sin el glamour de los clásicos, sino simplemente unas criaturas feroces sedientas de sangre que no pretenden precisamente seducirnos.
Con esta premisa, Jim Mickle nos presenta una película muy violenta, con mucha sangre, en un tono serio que tira de los clásicos básicos del género con los personajes habituales y los conflictos y necesidades conocidos. Es difícil que nos sorprenda, pero si sabe manejar bien estos elementos, y creo que así será, puede conseguir un resultado lo suficientemente impactante y ritmoso como para justificar una vuelta más a terrenos conocidos. Mickle ha formado parte del equipo técnico de muchas películas y ahora, después de un pequeño largo de temática similar, Mulberry Street, acomente este nuevo proyecto con más experiencia y seguridad. Está bien claro que no pretende trascender ni busca una obra especialmente creativa, simplemente quiere aportar su buena película de género para hacernos pasar un buen rato. A los aficionados más conservadores les encantará.