Crítica de la película Cold Mountain por Iñaki Ortiz

Sus pros y sus contras.


3/5
24/02/2004

Crítica de Cold Mountain
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Si ya me causó problemas esta película en la precrítica, no ha mejorado excesivamente la cosa después de verla. Me encuentro en el terrible dilema de iluminar o no la cuarta estrella. La valoración del film en conjunto es la de una buena película. Entretenida (y eso tiene mérito si miramos su metraje); consistente, ya que, se mantiene en una dirección clara sin dispersarse y da sensación de completitud. Además la dirección es eficaz. Y una de las cosas más importantes, el reparto de lujo, que, con algún pero que desarrollaré más abajo, hace básicamente, lo que sabe hacer. Hagamos el amor y la guerra y todo lo demás.

Bien, parece que está claro entonces, pero ¿por qué dudo? ¿Acaso por la falta absoluta de riesgo en su historia y guión? Minghella juega sobre seguro, tanto como puede, no se sale lo más mínimo de los viejos cánones. Esta historia podríamos haberla visto hace cincuenta años, quizá con Rock Hudson en el papel de Jude Law y Eva Marie Saint en el papel de Nicole, nada habría cambiado, a excepción de la excesiva crudeza de las imágenes, que tanto se lleva ahora. La dureza de las imágenes en la batalla inicial está casi impuesta por la nueva ola de cine bélico, pero el que a Spielberg le saliera bien no quiere decir que nos lo tengamos que tragar siempre. ¿Es por esto entonces? No, realmente puedo soportar la falta de originalidad de la película (¡con lo que vemos últimamente!).

Los personajes, ¿quizá sea eso?... Se dice que en una película se debe elegir entre desarrollo de los personajes o desarrollo de la acción, pues una cosa suele entorpecer a la otra. Que Clint Eastwood sea capaz de quedarse con ambas cosas no significa que sea algo habitual. Y aquí está claro: la acción. Los personajes no tienen vida propia si no la que el propio desarrollo de los hechos les marca. Son marionetas de un destino impuesto por el guionista. Y esto realmente es una lástima porque esos actores merecen personajes rebosantes. Debo hacer una excepción con el personaje de Natalie Portman, aunque quizá el mérito lo tenga ella. Pero lo acepto también, es el juego, si quisiera personajes no hubiera ido a ver esta película. Y admito también que nos intenten vender a Renée Zellweger, con su carita de porcelana, por una ruda y ordinaria mujer. Y acepto que él deba morir, porque ya he dicho que Minghella no arriesga y en estas películas él siempre muere (en su defecto ella, y si se puede, ambos), porque si no muriera, nadie saldría del cine secándose las lágrimas, y es que, ¿quién no coge cariño a un protagonista después de dos horas y media de bondad y peripecias? Eso sí, si admito esto último es porque, al menos, el director, a sabiendas de que su muerte será evidente, se toma la molestia de anunciárnoslo directamente con la “sutileza” del pozo, y así se puede decir que no nos toma por estúpidos. Acepto eso.

Pero lo que no acepto de ninguna manera es que me digan las cosas con un altavoz. Una cosa es no ser sutil y otra plantarnos una escena como la del pájaro atrapado en la iglesia. O como el ciego que, por si alguien lo había olvidado, nos grita lo enamorado que está el amigo Inman. Hay otras formas, más complicadas eso sí, y que requieren discurrir un poco más. Me niego a aceptar que cuando por fin los enamorados pueden hablar a la luz de la hoguera, momento que debiera ser cumbre, tengan que utilizar una infinidad de palabras tópicas para expresar tan poco. ¿Dónde quedó aquello de una mirada, una rica frase? NO. Y si abordemos todos los diálogos de la película descubriremos una falta de maestría que no está a la altura de la película. Toda esta falta de delicadeza, y sobre todo, falta de sutileza, convierten en mediocre lo que podría ser una de las películas del año.

Con esto termino una crítica tan larga como la película: por si me quedara alguna duda, y buscara un último detalle que desequilibrara la balanza entre lo malo y lo bueno, esa pequeña gota que siempre colma el vaso, encontraría una sin duda: la banda sonora. Ni en eso arriesga Minghella, música fácil y oída. Lo que más me molesta de todos estos contras es que combaten con unos pros que me hubiera gustado que ganasen.


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