Esta película coproducción entre España y Colombia, es más colombina que española me parece a mí, trata de ser o pertenecer al género de thriller psicológico con los celos como detonante. Así el suspense es lo más importante de la película, acercarse a ella es por tanto saber que se va a disfrutar de cine con estereotipos marcados, pero el grado con que se haga es lo que marcará la diferencia, ahí entra el director.
El colombiano Andrés Baiz, director de Satanás, película distinta, dura y gratificante, ya me gustó para con aquel intento de marcar diferencias y puede que ahora al menos no me disguste al tratar de llevar lo de siempre a un camino algo diferente, a un camino de menos terror puro, y más doble vuelta psicológica, doble giro, doble por tanto morbo social. Si en aquel film fue perfecto con el personaje, puede que ahora haga lo mismo, disfrute con el sufrimiento para alterar a un público concentrado.
¿Dónde está el pero? La premisa de la película, ahondar en un universal sentimiento y sus consecuencias, se acaba pronto si no se trata de un drama que se puede permitir hablar y hablar. Una película de suspense necesita alimentarse de otros protocolos, otros mecanismos y usarlos va a fragmentar, exagerar y desechar formas de uso de los momentos. El miedo es por tanto claro. Esperando ver una película que más o menos me enganche y que al final tenga que exagerarse a sí misma para ofrecer las típicas escenas, uno acaba por cansarse de intentarlo con este tipo de films que al final saben a poco. ¿Esta vez será distinto?
Clara Lago (El juego del ahorcado) y Quim Gutierrez (Primos), magnéticos y jóvenes, nueva hornada de producto español modernizado parece ser un buen recambio de muchos rostros ya quemados o directamente relacionados con un cine perdido. La pareja promete, la tercera en discordia asegura, Martina Garcia en Biutiful, La mosquitera, Rabia o Satanás, ahí queda eso.