Es merecedora de entrar en el capítulo de películas de cuatro estrellas, a pesar de ciertos momentos, porque se muestra intensa con un acierto pasmoso en otros tantos, con mérito de la dirección, pero a medias con un actor protagonista que sabe transmitir de sobra.
Con una primera hora un tanto extravagante por necesidad, provocada y diseñada a medida, me resulta demasiado poco real aunque las evoluciones del personaje y su guerra personal me satisfagan como espectador espectante. Quizás estos son los momentos malos.
Pero la segunda parte, con el beneficio de una descripción detallada anterior de lo que sucede, en qué lugar, en qué ámbito y con qué personaje singular, e disfrutado de diversos momentos bellos y plausibles, lindos y poéticos que me han ayudado a digerir los incoformismos lentamente.
Puede que esté siendo demasiado bueno con un film que me conquista con los últimos retazos, con una nieve pintada y un sin fin de esfueros por hacer comprender el arte, y lo que se siente con él en las manos y en la cabeza.
Al menos sé distingir un trabajo extenso, una idea clara, y una potente manera de hacer llegar a un Modigliani difícil de mostrar al público. Y creo que a merecido, mucho más que con otras películas del montón, la pena