Uno peca en demasía cuando se acerca a un director novel en buscar detalles que siempre les delatan, o ¿era al revés? En estas circunstancias no puedo por menos que advertir de su condición y a partir de esto también hacer mención a que el drama, es el género favorito donde esconderse y narrar con la disculpa de los personajes.
Ofrecida como tres historias con el amor y la mujer como centro, no necesito mucho más para hacerme a la idea de si me apetece verla o no. Paula Ortiz, además, ha procurado a la película de buenas críticas y de buenos actores, como deseosos de demostrar que la historia, o las historias lo valen, para confluir todo en lo que parece un ejercicio de estética preciosista. Este tipo de contenidos, basados por encima de todo en emocionar con los encuadres, tonos, imágenes o incluso momentos musicales a mí personalmente me congratulan.
Maribel Verdú (Tetro), Leticia Dolera (Un café en cualquier esquina) y la veterana Luisa Gavasa (Sólo mía) serán por tanto las encargadas de poner rostro y forma, moldeando los silencios y las frases intensas y llenas de poesía, para que los espectadores, ya de un principio muy por la labor de sumirse en una espesa caída a los pesares del pensamiento, a apagar la calculadora de emociones, se vean absolutamente arrebatados y soliviantados por sus segundos, porque en este tipo de películas se habla por segundos. En este tipo de películas hay que dejarse llevar por sus caminos menos por el del aburrimiento.