Tampoco es para tanto como diría aquel decepcionado de la última fila. Lo cierto es que ni existe tanto giro, ni en verdad el engaño es tal ni hasta el extremo.
Si la película ya empieza a ser algo estirada con tanto estirar la historia de la mujer fatal, y el hombre poca cosa, encima continúa por el camino de las buenas y primeras, a tiros y a lo loco. Cuando ella vuelve a rescatarle, cuestión que el propio quión trata de exculpar en la voz del superintendente de las caras de tranquilidad, ya se va viendo lo que ocurre, lo que va a ocurrir, lo que hace Zimmer.
Ni tanta emoción, ni tanta acción, ni tanto giro y por cierto, una escena carnal y de besos de reencuentro feísima, para olvidar.