La anterior película de Ventura Pons, La vida abismal, no me gustó nada, pero tengo un buen recuerdo de ella. Es cierto que estuve a punto de salirme de la sala antes de terminar y que, después, en mi postcrítica arremetí con ganas contra el absurdo guión y las interpretaciones mal dobladas del catalán. Pero también es verdad que su ambientación me pareció muy superior a la mayoría del cine español. Quizá porque no es español, es catalán, esto ya que cada cual se lo coma como quiera, me trae sin cuidado. Era distinta.
En esta ocasión el guión va mejor cubierto, pues se trata de la adaptación de una obra de teatro, y si algo se cuida en el teatro es precisamente lo malo de la anterior película: el guión y las interpretaciones. En cuanto a lo primero, ya me quedo más tranquilo, siempre que apetezca ver un film con marcada unidad de lugar, no habrá demasiado problema. Quien no soporte las habitaciones cerradas puede pasar.
En cuanto a las interpretaciones no voy tan seguro. Y no es porque los actores no sean de mi confianza. José María Pou es un interesantísimo actor con una gran presencia y mucha fuerza en pantalla. Le hemos visto en Miguel y William. Confío también en que Jordi Bosch (La educación de las hadas) cumpla. Dos veteranas como Núria Espert y Rosa María Sardá tampoco pueden fallar. Aunque me fío más de la segunda.
¿Entonces por qué no voy tan seguro? Por el dichoso problema del doblaje. Si el film tiene cierta cantidad de diálogos en catalán y, como supongo, están doblados al castellano, puede volver a resultar una chapuza. Y alguno me dirá que el cine doblado es lo que estamos acostumbrados a escuchar. Sí, pero cuando el trabajo lo hacen actores de doblaje la cosa funciona relativamente bien, cuando es el intérprete el que se dobla a sí mismo los resultados son nefastos.
Aun con todo siento interés. Y más cuando la película se ha visto en el festival de Toronto y estará en la sección oficial del festival de Roma. Buenos augurios para esperar una buena película de unos de los autores más personales del panorama español. Habrá que atreverse. Una apuesta nada comercial, con un interés por la calidad que esperemos que consiga al menos en parte.