Ted no es siquiera buen cine y espero que nadie lo esperara. Pero consigue lo que quería, hacer reír y hacerlo con casi todos. En el cine, pantalla grande carcajadas contagiosas, en la intimidad del salón de casa o del ordenador semiapoyado en las rodillas risa incontenida.
Su juego es muy cercano a las nuevas tendencias en lo que todo vale en cuanto a lo escatológico y sexual si viene dicho desde personajes entrañables y sinceros. Su viaje interior es débil y rocambolesco, su chica es sencilla, su chico lamentable y Ted, un peluche que podría haber sido un amigo porreta cualquiera, el éxito de pupila cautivada, y nada más.
El entretenimiento que busca logrado, la expectativa que promulga cumplida, y su vida en la memoria la que va a ser, mínima, porque se acaba y uno toma la dirección moral de ir a hacer algo más importante. Es lo que pasa con el cine flojo, pero un tres estrellas al menos cumple con sus intenciones.