Este film de marcado acento de capricho de la industria no va a ser el reclamo de mi persona para la cartelera que nos toca. La presencia de un grande y su hija en la pantalla, atrayente chica barata de los estudios para enseñar, son el alegre proceder de la gran industria para atraernos a las salas. Ni Michael Douglas (La sombra de la sospecha) ni Evan Rachel Wood (Recortes de mi vida o Across the universe) van a conseguir remontar un film que se exagerará a sí mismo, por mucho que intente enviarnos mensajes de positivos de vida.
Un no experimentado director con ganas de sacar todo su mensaje en 90 minutos, y una ilusionante manera de ntentar ser original, han dado lugar a este experpéntico film sin demasiado fundamento, que sólo resultará curioso, pero poco genial y mágico, por su puesto mínimamente cinematográfico. En la primera mitad de los años 90 este tipo de comedias rápidas llenas de locura eran capaces de satisfacer bastante a la industria del alquiler, pero el espectador actual, cansado de fraudes y poca grandeza ha terminado por reconocerlas y prescindir de ellas.
Sin ánimo ni ganas, no intento vender este film a nadie, porque su claro argumento sencillo, su interés por la diversión sin guión complicado y las pocas espectativas de chistes medianamente inteligentes, no animan para nada a acercarse a su minutaje. A quien quiera atreverse mucha suerte.