Benedict Cumberbatch (Sherlock Holmes en TV o en cine La deuda) ha nacido para protagonizar películas como esta, donde es más importante el morbo comercial que la verdad. Su imán y magnetismo personales le hará siempre encumbrar con sus gestos y no gestos los personajes más mediáticos o impopulares dentro de una horquilla de éxito y reclamo.
El director por tanto de este film de palomita es Bill Condon, un pequeño especialista ahora, porque antes no rozaba esos honores con películas prometedoras como Dioses y monstruos o Kinsey, pero que de un tiempo a esta parte nos ha ofrecido Crepúsculo Amanecer 1 y 2 o Dreamgirls algunos más años atrás.
La adaptación de una novela sobre alguno que estuvo cerca del periodista del año y el mundo WikiLeaks por dentro sin avergonzar con la verdad ni ensuciar la mentira, porque al fin y al cabo los escándalos ya estaban en el boca a boca, únicamente se han refutado. Espionaje del siglo XXI, o sea, cutre.