Si funciona para qué tocarlo, deben de pensar en los regímenes del taquillazo de la gran industria estadounidense del cine. El producto que presentan y presento es un producto con la palomita como apellido y el masivo peregrinar a las butacas como nombre.
La premisa de los hombres hechos y derechos que sin comerlo pero sí bebiéndolo ni se acuerdan de qué ha pasado en la despedida de la noche anterior, situada donde se sitúe, parece que gusta a los amantes de la risa y el gamberrismo. Al parecer para todas las edades, al parecer para todas las moralidades, al parecer no para todos los públicos.
He podido ver la segunda entrega. Sus formas cumplen con lo necesario para el éxito en cuanto a recaudación pero sus chistes no me hicieron demasiada gracia, la verdad, fue un rato curioso y semi-decente, más por la compañía que por el metraje, así que sin lugar a dudas, aquel que este medio acostumbrado a ver cine profundo simplemente verá este entretenimiento como algo más. Pero aquel que guste ver cosas comerciales y sin expectativas de reflexión acierta de pleno.
Eso sí, es la tercera entrega, y ya sabemos lo que pasa.