Los ángeles de Charlie es la gran aventura más o menos interesante en cine, desde el punto de vista de la fama, de este director con ansias de que le conozcan gracias a esas tres letras colocadas a modo de nombre. Sus intenciones marcar un nuevo hito en la historia de Terminator, mi pensamiento, que va a degradar la saga si ya viaja hacia la caída, de tal manera que no la podremos distingir de cualquier peliculita de acción con héroe.
Probablemente lo que nos ofrecerá será la caída a tierra de una institución como John Connor, que si hasta ahora vivía de lo que en un futuro iba a ser, jugando más con nuestra imaginación que con la verdad, ahora se va a convertir en un mortal más, escondido en el honor y la lucha llena de esperanza para ganar a las máquinas. Y la historia de los que venían del futuro, era esa, que venían del futuro, en el futuro como presente ya no me apetece, porque se acabó el sueño dorado de imaginármelo o conformarme con cuatro escenas que lo sugieran. Se va a descubrir que el futuro no mola tanto, que la guerra es más fácil perderla que ganarla y que cuatro explosiones y frases duras no son suficientes con enemigos que sangran aceite hidraúlico en el peor de los casos.
Fichar a Christian Bale (acostumbrado ahora a papeles donde suelta frases en forma de cuchillo y se marcha de escena aún reconociendo que lo hace bien, como en El caballero oscuro, por otra parte muy sobrevalorada) no es suficiente para mantenerme animado, me siento muy frustrado porque esta película no debería de haberse llevado acabo así, porque lo más probable es que esté más cerca de un Mad Max de pacotilla pero con tecnología, que de un sofisticado cambio informático de guerras con armas de fuego.
Y encima para colmo lo más probable también es que acabe destrozando una banda sonora a base de querer explotarla para regocijo de su ego. Coger un personaje, una saga como esta y llevarla al terreno del tiro no es más que una irresponsabilidad que va a pagar muy caro, espero que la taquilla le castigue.