Disfrazado de película seria este documental magnífico de Robert Altman necesita deshacerse de los ratos de supuesta historia de amor, pero aún más, de su horrible guionista que por momentos insultaba la inteligencia de cuantos estábamos en la sala, dicho sea de paso, no muchos, es decir, pocos.
Creo adivinar que situar esa historia de amor horrible, y otra serie de escenas un tanto intencionadas hacia el dramatismo pretende hacer más conjunto y entrar en las listas de estrenos en categoría musical que no documental, o han hablado poco entre ellos o demasiado. Sobra todo eso, que no es nada, que no hace ni siquiera de relevante descanso para los no demasiado cercanos a la danza.
Neve Campbell no ha demostrado dotes de interpretación mucho más allá de lo que nos ha tenido acostumbrado, pero si lo que pretende es que le aplauda por sus notables aptitudes para la danza, ahí va el mío, como no. Inténtalo de nuevo.
El señor A es un ser que debo agradecer por lo divertido de su ser aunque no por su importancia. Siempre es bueno reirse de la estupidez, aunque en ocasiones he pensado que todos los responsables de este intento de algo que nunca podría ser lo utilizan para dirigir las risas de burla en otra dirección que no es la suya, a pesar de saber que ellos son quienes las merecen.
No engañemos más...