Supongo que cuando uno tiene que ver un thriller, y éste se propone desde cualquier tierra que no sea la de la gran industria, primero aparecen atisbos de esperanza porque sea algo nuevo o al menos no lo de siempre, segundo crecen alegrías por no tener que soportar más el modelo estadounidense de pistola y policía con víctima.
En esta ocasión se trata de un film argentino, con Viggo Mortensen (Un método peligroso) y Soledad Villamil (El secreto de sus ojos) como protagonistas absolutos de una película de ambiente propio, trama especial y juego violento y de acción difícil de encontrar referencia común.
Posiblemente se agradezca el poco rictus sobre el mapa a seguir thrilleroso y su toque dramático, pero a la vez, tras ese contexto de personaje profundo, el irrumpir de la acción pueda jorobar el entente, a veces pasa, siempre y cuando hayan logrado verosimilitud. No soy amigo de estos intentos pero los prefiero a no hacer nada con un género perdido.