En general, estoy valorando con tibieza las películas de la Semana de terror de este año. Al final, entre la falta de información y que el género del terror es capaz de lo mejor y de lo peor (a veces dentro de la misma película) resulta difícil arriesgarse a valorar muchas de las películas de manera más contundente. No va a ser el caso de Triangle. Triangle es la Naboer de este año. Una película llena de los clásicos trucos cinematográficos del thriller sicológico que parodia David Linch en Mullholand Drive: fotos donde los protagonistas van cambiando, espejos que no reflejan lo que deben, macguffins de todo tipo y, en definitiva, un intento por engañar al espectador de la manera más burda. Al final, supongo, estaremos ante un remix más de relatos de Stephen King, especialmente bien que la película se aprovecha de todo aquello que hacía Kubrick en El resplandor.
Parece difícil que a un espectador como el del cine fantástico y de terror, que está totalmente dispuesto a aguantar carros y carretas, y que acepta propuestas de zombies, vampiras lesbianas, japoneses mediolocos y demás subgéneros, no pueda tragarse este tipo de propuestas. Pero es así. No resultan creíbles. Puedo creerme que las ratas grandes se follaron a los monos pequeños en una isla y que eso ha generado monos-rata que cuando te muerden te hacen zombie (Braindead), pero no puedo aceptar barcos fantasma donde nada es lo que parece.
Los del terror somos así...